Los espíritus de lascivia y lujuria están en acción en nuestros días.
“y de igual modo
también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su
lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y
recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío”. Romanos 1.27
La palabra lascivia(115)
viene de la raíz del griego /aselgeia/, que significa:
Sensualidad
desenfrenada; denota exceso,
licencia, ausencia de freno, indecencia, disolución, extravagancia, lujuria desenfrenada, descaro,
obsceno, erótico. Depravación sin límites, todo esto tiene que ver
con una vida llevada por el
libertinaje y todo acto de
pecaminosidad.
Los
sinónimos de lascivia y sus adyacentes:
Concupiscencia
Indecencia
Lujuria
Deshonestidad
Incontinencia
Liviandad
Obscenidad
Impureza
Corrupción
Libertinaje
Desvergüenza
Descaro
La batalla
del Espíritu de Dios contra la carne es una vivencia con la que no todo
cristiano sabe lidiar. De ahí, que la lascivia no sólo tiene que ver con deseos
pecaminosos o malvados que tuercen la versión original por la cual Dios creo el
sexo, sino que se mueve y actúa como una ramificación de tentáculos de
perversión, obscenidad, impureza, corrupción, deseos desenfrenados, descaro,
aborto, muerte, degeneración de lo recto y desvió de lo natural.
El
Apóstol Juan escribió:
“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros
gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento
entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay,
por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda
sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de
impureza”. Efesios 4.17-19
El enemigo de las almas no sólo encierra en
redes de perversidad a los “no nacidos de nuevo”, sino, ahora más que nunca, se
está abriendo paso fácilmente en muchos cristianos, por medio del ataque más
tenaz que confronta la Iglesia en estos días del espíritu de lascivia en todas
sus ramificaciones; para denigrar al ser humano. La
Biblia nos declara que en los últimos días se levantarían falsos(116) hombres y mujeres que
convertirían la gracia del Señor en libertinaje. Este estilo “nuevo” de vida
está programado para llevarlos al desenfreno de la inmoralidad.
Los medios de comunicación inducidos por agentes satánicos y mentes
reprobadas, están hostigando la mente del ser humano por medio de escenas
visuales lascivas; carteles indecentes anunciando bebidas alcohólicas y tabaco,
pornografía en revistas, videos, televisión, cines y toda clase de visualización
depravada; de tal manera, que pueda producir un estado de confusión progresivo,
dañando y lastimando la verdadera imagen que el creador hizo para el hombre,
que es el sexo basado en el verdadero amor.
Son millones de personas que están influenciadas por este espíritu lascivo,
que se manifiesta en deseos sexuales excedidos. A muchos, este espíritu se le
manifiesta en miradas que desnudan al sexo opuesto
La lujuria es la conexión(117) con el espíritu de lascivia,
éste se usa generalmente en el sentido de pasión carnal desordenada.
Hoy día los que caminan sin el temor a Dios, tienen insensibilidad moral. A
medida que continúan viviendo bajo el efecto del pecado, se alejan más y más de
la verdad de Dios, volviéndose cada vez más apáticos con respecto a las
realidades morales y espirituales dadas por el creador desde el principio.
Existen, sin lugar a
duda, una lista de diferentes tipos de pecados relacionados con los vicios que
oprimen a diario la vida de los humanos. En este último término, tenemos que
resaltar que el espíritu de lascivia es un espíritu demoníaco que lleva a los
humanos hacia una total indisciplina moral, rechazando toda clase de normas y
principios acerca de la moralidad.
La palabra lascivia
también significa: pasión suelta, desbocada y codicia. Por otra parte, tiene
que ver con desorden, el abandono de todos los frenos y, a la misma vez,
representa todo lo sucio, vergonzoso y obsceno para cautivar y encadenar a
hombres y mujeres.
Jesús habló con relación a este tema, Él mismo dijo:
“Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos
pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos,
las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la
maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen,
y contaminan al hombre”. Marcos
7.21-23
De adentro del corazón del hombre es de donde sale lo que se ve por fuera. Todo lo que sale del hombre es lo que
lo contamina. Jesús indicó, claramente, que la lascivia era uno de los males
que proceden del corazón.
“Y manifiestas son
las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia…”
Gálatas 5.19
De acuerdo al texto de Gálatas, la lascivia también se le clasifica entre las obras de la carne, y nos
muestra que los incrédulos tienen insensibilidad moral.
Los cuales, después
que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con
avidez toda clase de impureza. Efesios
5.19
Los incrédulos mantienen su alejamiento espiritual de Dios y, en
consecuencia, ignoran por completo la verdad; el resultado es su ceguera
espiritual y moral voluntaria.
Este espíritu se encuentra activo en
aquellos que han convertido la gracia de Dios en libertinaje.
Este
es uno de los espíritus más destructores en el cuerpo de Cristo hoy día.
Analicemos las consecuencias que provocan estar bajo su influencia.
Cuando su presencia logra influenciar
fuertemente a un siervo de Dios, puede llegar a obstaculizar(118)
su propósito y su ministerio. Ocasionando que, tarde o temprano, comience una obra en la carne(119), generada por su intelecto y en lo natural. Con
lo que se puede ver, a largo plazo, que este siervo de Dios edificó su propio
reino, su propia empresa, etcétera; y que no hubo la participación de Dios.
Impide que los dones de Dios nazcan y se desarrollen(120). Mantiene a la persona bajo un círculo de
estancamiento y no permite que alcance nuevos niveles.
Esta influencia hace que no se desarrolle el
verdadero propósito de Dios en la persona.
Provoca un estado de indeferencia(121) y
apatía total a lo que es la verdadera santidad de Dios.
“En cuanto a la pasada manera de vivir,
despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos…”.
Efesios 4.22
La palabra despojaos, tiene que ver con quitar
algo por completo, por ejemplo: un mendigo que decide deshacerse de sus harapos
sucios. Espiritualmente, esto se puede lograr por medio del arrepentimiento(123) de los pecados y la entrega incondicional a las leyes de Dios.
El viejo hombre tiene una naturaleza pecaminosa que ha sido desgastada por
completo, y es inútil tratar de arreglarla o remendarla. La Palabra de Dios
hace un desafío por adquirir una vestidura totalmente nueva y diferente, ésta
se llama “nuevo hombre”. Cuando el
ser humano se viste de lo nuevo, se convierte en un verdadero cristiano. El
Espíritu Santo trasforma y da la capacidad espiritual para llevar una nueva
vestimenta, que da la autoridad y el poder para confrontar los dardos de
Satanás.
La renovación en la
mente conlleva a vestirse de lo nuevo de Dios; también, trae el resultado de la
transformación del carácter y de la persona por completo. Pasando de lo viejo a
lo nuevo, tomando una nueva identidad en Cristo.
Huye de las pasiones(124) juveniles
José
es un ejemplo eficaz en la palabra de Dios acerca de cómo actuar frente a la
tentación. No sólo los jóvenes están siendo atacados arduamente por este
espíritu de lascivia, sino también hombres casados y mujeres que son objeto de
ultraje sexual en los trabajos.
En Génesis 39, se menciona la forma sutil que fue utilizada la mujer de
Potifar para intentar desacreditar a José. Los constantes esfuerzos por
seducirlo fracasaron ante sus firmes convicciones en no ceder ni aceptar, sin
duda alguna, en el momento más determinante él salió huyendo, a pesar de tener
que enfrentarse a las falsas acusaciones.
Pablo exhortó a huir de las pasiones desordenadas, lo
cual tiene que ver con la concupiscencia, codicia o deseo desordenado.
Hoy día muchos son atacados en las noches por sueños eróticos y morbosos,
de tal manera, que esos sueños a veces se hacen reales, logrando tener
sensaciones reales en todo el cuerpo.
“…que cuando vuelva, me humille Dios entre
vosotros, y quizá tenga que llorar por muchos de los que antes han pecado, y no
se han arrepentido de la inmundicia y fornicación y lascivia que han cometido”.
2 Corintios 12.21
Pablo no quería ver
que los corintios siguieran en la misma condición espiritual deplorable como en
su última visita, la cual le produjo gran tristeza y dolor.
Él resalta, de una
forma categórica, diciendo que si descubría que todavía estaban practicando los
pecados que él mismo había enumerado, serían amonestados y disciplinados. Es
más, él declaró que no sería indulgente. Pablo estaba dispuesto a usar su
autoridad y poder apostólico para tratar en persona cualquier pecado y rebelión
que encontrara allí.
“Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros
gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento
entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay,
por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda
sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de
impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo…” Efesios 4.17-20
“Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles,
andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y
abominables idolatrías. A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis
con ellos en el mismo desenfreno de disolución, y os ultrajan; pero ellos darán
cuenta al que está preparado para juzgar a los vivos y a los muertos”. 1 Pedro
4.3-5
La palabra lascivia en este pasaje describe todo
tipo de pecados desenfrenados, y todo desorden extremo en los placeres
sensuales. Es más, estos términos aluden a las actividades pecaminosas que
caracterizan a una orgía.
Esta palabra en el original griego se utilizaba para aludir a un grupo de
personas borrachas y libertinas que daban tumbos por las calles, provocando
toda clase de pleitos y escándalos.
Para el verdadero creyente, el pecado siempre representa una carga que lo
aflige y nunca un placer que lo deleita. En realidad, la mejor manera de vencer
el pecado es estar lo más lejos posible de él, a tal punto, que aquellos que le
rodean pueden resultar sorprendidos, ofendidos y hasta resentidos por la falta
de interés del creyente en los placeres pecaminosos.
Los verdaderos creyentes deben vivir el resto de
sus días, en esta tierra, en obediencia y en un deseo ardiente por cumplir la
voluntad de Dios; y jamás envolverse en la satisfacción momentánea de los
deseos impíos de la carne.
“Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño;
porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.
La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las
tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. Andemos como de día, honestamente;
no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y
envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la
carne”. Romanos 13.11-14
Éste es el gran desafío que se debe asumir, por medio
de vivir dispuestos a agradar a Dios; manifestando, de continuo, una buena
conducta exterior, que es la demostración y evidencia interna de una vida libre
y redimida por medio de Jesucristo, el Salvador Eterno.
Es más, el apóstol Pablo hace una gran advertencia
diciendo: “no proveáis”, esta palabra tiene el hecho básico de planificar algo
por adelantado o preocuparse. Esto es exactamente lo que produce la mayoría de
las conductas pecaminosas, siempre es el resultado(125) de pensamientos erróneos y deseos lujuriosos a los que se les permite
quedar alojados en la mente; los cuales si no se reprenden(126) y se echan fuera, serán
activados por el espíritu de lascivia.
Si deseas saber mas sobre este tema y como ser libre solicitanos el libro que hemos escrito titulado DESCUBRIENDO A BELIAL EN MEDIO DE LA CONGREGACION DE LOS SANTOS.
Apt. Dr. Jose Zapico
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Apt. Dr. Jose Zapico